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Nacido en el seno de una madrileña familia de clase humilde, Marcos Prieto dio sus primeros pasos en las calles de esta implacable urbe, en una ciudad de alquitrán, hierro, cemento y cristal. Criado desde siempre en las calles, los arboles y los edificios que colindaban su celebrado hogar se convirtieron pronto en su propia versión del universo, configurando de manera indeleble su cosmogonía personal, que ha sufrido con el inexorable paso de los años una tremenda evolución y expansión sobre las bases conceptuales asentadas por estos preceptos. Ya desde su más tierna infancia, soñó con realizar titánicas tareas y alcanzar los más altos eslabones de la escala social, pero por desgracia, la vida tiene la mala costumbre de aplastar sin piedad todos y cada uno de nuestros sueños. Estas y otras circunstancias le llevaron a descubrir el caracter extraño e implacable de la realidad, y con ello su visión llegó a alcanzar la claridad.

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